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‘Un tranvía llamado deseo’, un clásico teatral más allá de Marlon Brando y Vivien Leigh

Nathalie Poza y Pablo Derqui protagonizan una nueva producción de la obra cumbre de Tennessee Williams

María Vázquez, Pablo Derqui y Nathalie Poza, en 'Un tranvía llamado deseo', de Tennessee Williams.
Rocío García

Tennessee Williams fue un poeta valiente que nunca dio la espalda a sus miedos, entre los que figuraban el capitalismo más feroz, la violencia de género, la poca empatía frente al débil, las frustraciones y sueños sin realizar, una soledad dolorosa. Un tranvía llamado deseo, una de las obras cumbre de la dramaturgia estadounidense, ganadora del premio Pulitzer en 1948, un texto incuestionable escrito por Williams (Columbus, 1911 - Nueva York, 1983) en torno a cuatro personajes vulnerables, encerrados en un lugar claustrofóbico, en un barrio del suburbio de Nueva Orleans, y en lucha contra su destino, vuelve a los escenarios españoles en una producción protagonizada por Nathalie Poza y Pablo Derqui, que encarnan a los míticos personajes de Blanche DuBois y Stanley Kowalski, acompañados por María Vázquez (Stella) y Jorge Usón (Harold Mitchell). Dirigido por David Serrano, el montaje inició en febrero una gira nacional que recala en el teatro Español desde este jueves hasta el próximo 27 de julio.

La obra narra el regreso a Nueva Orleans de Blanche DuBois, una mujer frágil y soñadora que, tras arruinarse y perder la casa familiar, se presenta en la de su hermana Stella, casada con un inquietante y violento emigrante de origen polaco, Stanley Kowalski. Un encuentro de pasiones, realidades y delirios que terminan saltando por los aires y dejando a sus personajes en la más absoluta de las soledades.

De izquierda a derecha, el director David Serrano y los actores Nathalie Poza, Jorge Usón, María Vázquez y Pablo Derqui, en teatro Español de Madrid.

Es difícil, por no decir improbable, olvidarse y no cobijarse de alguna manera en la sombra de la mítica película que dirigió en 1951 Elia Kazan, protagonizada por Marlon Brando y Vivien Leigh, todavía muy presente en el imaginario de actores y público. Nadie lo niega, ni su director, David Serrano, ni los cuatro actores, Pablo Derqui, Nathalie Poza, María Vázquez y Jorge Usón, convocados por EL PAÍS en el teatro Español, tras la representación de hace unos días en Valencia. “Hemos afrontado esta obra como si fuera una más, con la fortuna de que es un texto tan bueno que siempre va a ayudar. Hemos buscado nuestro propio camino”, asegura el director, mientras que Nathalie Poza confiesa que ante la imposibilidad de olvidar la película lo mejor es el abrazo. “Todo me parece una inspiración”, asegura Poza, todavía conmovida cuando en Valencia oyó, mientras salía al escenario por el pasillo central del teatro, una voz del público que murmuró: “Pobre Vivien”.

“Es absolutamente mágico el hecho de que el público que viene a ver la obra, que ya sabe cómo empieza, cómo evoluciona y cómo termina, todavía espere que pase otra cosa. Esa es la magia de un clásico como este tranvía”, añade la actriz. A su lado, Pablo Derqui, asegura no vivir la presión de la película y de Marlon Brando. “Mas que una barrera o una trampa, es toda una oportunidad”, dice Derqui.

Al borde del abismo

Para Jorge Usón, que se mete en la piel de Mitch, el hombre encerrado en su propia jaula que cree que Blanche le va a salvar de la soledad, Tennessee Williams convoca con este texto a toda una serie de personajes que ya vienen de lidiar en batallas largas, todos al borde de un precipicio personal y que se encuentran aún a riesgo de caer en un abismo infernal. María Vázquez, con su interpretación de Stella, esa mujer sensible, atrapada en el conflicto entre su hermana y su marido, que aguanta situaciones desesperadas, busca homenajear así a “tantas y tantas mujeres que aguantan con cariño y amor”.

En este punto interviene Nathalie Poza para recalcar la presión que viven las mujeres, tal y como se refleja en Un tranvía llamado deseo. “Son mujeres que confunden el deseo y el amor, el amor con la desgracia. Más que deseo, hay dolor. Blanche ha sido educada para ser una mujer fascinante. Me vienen a la cabeza ejemplos clarísimos de figuras como Marilyn Monroe o Amy Winehouse, mujeres que idealizamos por su belleza o su encanto y que eran unas desgraciadas. Blanche DuBois se baña en agua caliente con una petaca de alcohol en la mano y solo así se ve preparada para salir y gustar. Marilyn se tomaba barbitúricos para salir a rodar. Todas conocemos este asunto. Creo que esta obra conmueve más a las mujeres porque seguimos en esta lucha”, dice Poza.

Arthur Miller dijo de Un tranvía llamado deseo que era “un grito de dolor”. Un grito que llena el escenario, “ese espacio donde se asiste a una ceremonia de evasión, reflexión, lloros y risas”, en palabras de Pablo Derqui. Enfrente, María Vázquez asegura que el teatro es el lugar que “ofrece la vuelta a la sencillez y a la verdad, a todo aquello que no puedes disfrazar”. Por su parte, Nathalie Poza clama que “en la vida hay mucha más mentira que en el teatro”, mientras que Jorge Usón se rinde ante el teatro “que rompe una lanza en contra del pragmatismo, el oficialismo y la intoxicación”.

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Sobre la firma

Rocío García
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Periodista en la redacción de EL PAÍS desde su creación en 1976. Ha ejercido su responsabilidad como jefa de sección de Cultura y Televisión, además de responsable del suplemento El Espectador. Especializada en cine y teatro.
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