Responder al matón
Los lectores escriben de los modos de la presidencia de Trump, de la crisis política en España y del derecho al aburrimiento

Todos hemos conocido matones de colegio, abusones que tienen que descargar su miseria y sus debilidades amedrentando a otros. En los patios de recreo, estos miserables campan a sus anchas seguidos de un grupito de sicarios débiles que disfrutan del poder que nosotros les damos. En realidad, son unos perdedores, palabra que Donald el Convicto odia: la verdad ofende. Trump es un producto de esa permisividad con los matones. Muchos llegan lejos, se enriquecen y llegan a ocupar puestos de máxima responsabilidad. Cabe la pregunta: ¿Donald el Insurrecto es un fallo del sistema o un producto del mismo? Sea lo que sea, no será el último. Pero depende de lo que respondamos, podremos poner solución al problema o no.
Guillermo Jiménez Sánchez. Aquisgrán (Alemania).
Grosero espectáculo
Me duele enormemente el grosero espectáculo al que estamos asistiendo. Por resumir, tenemos un Gobierno bajo sospecha que no da explicaciones y se atrinchera, una oposición que desde el primer minuto le ha negado legitimidad alguna a un Gobierno nacido del voto parlamentario, en un aquelarre sin tregua; una judicatura visiblemente escorada a la diestra; una patronal reacia a las mejoras laborales; unos sindicatos anquilosados; una prensa más propensa al ruido que a la información, y unas redes sociales que amplifican hasta límites insoportables la estupidez humana. No es de extrañar que personajes de turbia catadura crezcan a ojos vista con esta levadura social pútrida. Urge una clamorosa respuesta ciudadana, un “basta ya” que resuene en todo el país.
Juan Fernández Sánchez. Madrid
Un desgaste silencioso
España parece haberse instalado en una pausa incómoda. No es una crisis estridente, sino un desgaste silencioso que erosiona lentamente la confianza colectiva. La política ya no une ni moviliza, sino que fragmenta; las instituciones resisten, pero han perdido la autoridad moral. La desigualdad se acepta como inevitable y la mediocridad se ha normalizado. La ciudadanía, cada vez más desengañada, se aleja del compromiso cívico, mientras el país carece de un proyecto común que supere las urgencias inmediatas. El reto no es solo reformar el sistema político, sino recuperar la ambición de construir juntos un futuro. Sin esa visión, la división se hace permanente y la desafección, definitiva. España no se derrumba, pero se estanca. Y la verdadera amenaza es perder la capacidad de reinventarse y cuidar lo que aún queda por construir.
Sergio de Fuente Garrido. Alcorcón (Madrid)
Disfrutar del aburrimiento
¿Podemos dejar de buscarle la productividad a todo? Si como, que sea para subir masa muscular o adelgazar. Si hago limpieza de armario, mejor vender la ropa que regalarla. Si leo un libro, tiene que “aportar valor”. Si escribo, tiene que ser para publicar. Si tengo un hobby, me planteo monetizarlo. Si salgo a andar, tengo que contar los pasos. Gestionamos el tiempo como si fuéramos empresas, explotándonos para sacar el “mayor beneficio”. No quiero ser más productiva: deseo disfrutar del aburrimiento.
Ananda Manjón Pérez. Madrid
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