Vinos naranjas, el origen de todo: “Se hacen como un tinto pero con uvas blancas”
Con taninos, estructura y, a veces, crianza oxidativa, los ‘oranges’ están redefiniendo los límites del vino blanco


Los vinos naranjas —blancos fermentados con sus pieles— pueden parecer la última tendencia del mercado. Sin embargo, su historia está ligada a los inicios del vino. “Uno se remonta a Georgia y se imagina estos vinos... es como el origen de todo”, apunta la argentina Mariel Benarós, una de las propietarias del winebar Corchito, en el barrio de Lavapiés, en Madrid. En su local sirven un vino naranja distinto cada día. “Tienen mística. Hay gente que siempre los busca. Algunos son funky, otros más tranquilos, depende de cada uno”, asegura.

En la Conca de Barberà, en Tarragona, la familia de Eva Vega comenzó el proyecto de Vega Aixalà desde cero, y en 2015 se volcaron en los naturales. “Es el año en el que sacamos el Enma, nuestro naranja de garnacha blanca”, dice. Hoy hacen menos por logística, pero aún elaboran blancos con prensado directo y crianza sobre lías: “Se oxida un poco más y queda ese color entre amarillo y naranja”. Aline Hock, del Domaine des Mathouans, al sur de Francia, decidió cambiar su carrera bancaria por las viñas. Nada tenía sentido en su vida hasta que llegó el mundo del vino. Su orange, Mine de Rien, busca reflejar ese cambio vital: “Hacer vino naranja implica riesgo y paciencia: uvas sanas, más tiempo y dejar que el vino se exprese solo”.

Desde Austria, otra investigadora de esta bebida, Maria Muster, lo resume así: “El vino naranja se hace como un tinto, pero con uvas blancas”. Sus vinos Gräfin (tres semanas con pieles) y Erde (un año) combinan “la frescura de un blanco y la estructura de un tinto”. Con sus taninos, su textura y su historia, el vino naranja es indicativo de lo que la gente busca hoy día en los vinos. Como dice Vega: “Cada vez los vinos se hacen mejor”. Y aunque, como advierte Hock, “el mayor reto es ganarse la vida con ello”, la emoción detrás de cada botella sigue intacta.

Apuesta tranquila
La belga Aline Hock se formó en vinos mientras trabajaba en banca, pero fue un stage con el experto en vinos naturales de la región sa de Roussillon Lucien Salani lo que cambió su rumbo. Aprendió a vinificar de forma natural desde el inicio, influenciada por Alain Castex y su conexión con la biodinámica hizo el resto: “El vino natural es una consecuencia lógica”
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