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Boeing cae con fuerza en Bolsa tras el accidente de Air India, el primero catastrófico de un 787 Dreamliner

Las autoridades mantienen bajo estrecha vigilancia al fabricante tras los problemas de seguridad y calidad de sus aviones

La cola del avión 787 Dreamliner estrellado en Ahmedabad (India).
Miguel Jiménez

Boeing cae con fuerza en Bolsa este jueves tras el accidente del avión de Air India que se estrelló en Ahmedabad (India) con 242 personas a bordo. Se trata del primer accidente catastrófico de un 787 Dreamliner, el avión en servicio más avanzado de la compañía. Es popular entre las aerolíneas porque consume menos combustible gracias al uso de materiales compuestos ligeros. Las causas del accidente aún no se conocen, pero la tragedia reaviva las preocupaciones sobre la seguridad de los aviones de la compañía, inmersa en una profunda crisis de la que parecía empezar a salir.

Las acciones de la compañía, que han llegado a caer hasta un 8% en las operaciones previas a la apertura, cedían cerca del 5% al cierre de las Bolsas europeas. Eso supone una pérdida de valor de más de 7.000 millones de dólares.

El avión de Air India con destino a Londres empezó a descender poco después de despegar, con el tren de aterrizaje aún extendido, antes de explotar en una enorme bola de fuego al impactar. El accidente se produjo en una zona residencial, lo que podría significar un mayor número de víctimas mortales. La policía ha afirmado que hay un superviviente entre los pasajeros. El avión bimotor había alcanzado una altitud de 625 pies (190,5 metros) a una velocidad de 174 nudos, según datos de Flightradar24.

Hasta este accidente no se había registrado ninguna víctima mortal en incidentes relacionados con el avión Boeing 787 Dreamliner, aunque aparatos de ese modelo han experimentado problemas operativos en el pasado con pasajeros a bordo, lo que ha provocado heridos.

En abril de 2024, la istración Federal de Aviación (FAA) anunció que estaba investigando las denuncias presentadas por un ingeniero de Boeing, que afirmó que algunas secciones del fuselaje del 787 Dreamliner estaban mal ensambladas y podían romperse en pleno vuelo tras miles de viajes. Tras una investigación, Boeing aseguró que no se trataba “de un problema de seguridad inmediata para el vuelo”.

Los supervisores han puesto en cuestión la cultura de seguridad de Boeing, que no levanta cabeza desde los accidentes de sus aviones 737 Max de 2018 y 2019. El nuevo accidente se produce poco después de que el Departamento de Justicia del Gobierno de Donald Trump llegase a un acuerdo con el fabricante de aviones gracias al cual se libra de ser procesado penalmente por presuntamente engañar a las autoridades reguladoras estadounidenses sobre el avión 737 Max antes de que dos de estos aparatos se estrellaran y causaran la muerte de 346 personas. Como parte de ese acuerdo, Boeing aceptó destinar 455 millones a reforzar los programas de cumplimiento normativo, seguridad y control de calidad de la compañía.

El vuelo 610 de Lion Air, un avión 737 Max, se estrelló en Indonesia en octubre de 2018, 13 minutos después del despegue, dejando 189 víctimas mortales entre pasajeros y tripulantes. Un mes después, Boeing emitió un comunicado que sugería que el error del piloto y el mal mantenimiento de la aeronave contribuyeron al accidente. La compañía dio garantías de la seguridad del avión, sin revelar que una revisión interna de seguridad había determinado que el MCAS, una función de control de vuelo que actúa como estabilizador automático del avión, planteaba un problema de seguridad y que Boeing ya había comenzado a rediseñar ese sistema para corregirlo.

Los 737 Max siguieron volando. El 10 de marzo de 2019, el vuelo 302 de Ethiopian Airlines, operado por otro avión del mismo modelo, se estrelló también poco después del despegue matando a 157 personas en el mayor desastre aéreo de ese año. Los datos revelaron enseguida similitudes entre los dos accidentes. El mal funcionamiento del MCAS impedía a los pilotos hacerse con el control del avión. Los reguladores internacionales de la aviación decidieron inmovilizar toda la flota de 737 Max. Los 737 Max tardaron 20 meses en volver a volar desde que se les retiraron las licencias.

Cuando parecía empezar a superar las consecuencias de aquellos accidentes, una tapa del fuselaje de un aparato de Alaska Airlines se desprendió en pleno vuelo a principios del año pasado. El siniestro, aunque sin consecuencias catastróficas, puso de nuevo a Boeing y su modelo 737 Max en el ojo del huracán

Las dudas sobre la seguridad, la huelga de sus empleados, el despido de un 10% de la plantilla, los problemas de su división espacial, el relevo en la cúpula, la caída de las ventas y las pérdidas multimillonarias marcaron un ejercicio de pesadilla. Desde aquellos accidentes, Boeing acumula seis años en números rojos con unas pérdidas agregadas de más de 35.500 millones de dólares. En 2024 perdió 11.875 millones de dólares. La crisis se trasladó también a sus cifras de entregas y pedidos. Aunque la compañía cerró el ejercicio con una cartera de pedidos de 521.000 millones de dólares, que incluye más de 5.500 aviones comerciales, en el año 2024 solo entregó 348 aviones y sumó 279 pedidos netos. Airbus duplicó esas cifras con creces, al entregar 766 aviones y recibir pedidos netos por otros 826.

Este año, las cifras de pedidos se estaban recuperando, en parte impulsadas por la presión de Donald Trump hacia los socios comerciales. La compañía acumulaba una revalorización del 25% en lo que va de año antes de la caída de este jueves.

Esta misma semana, el candidato propuesto por Trump para dirigir la FAA se comprometió a exigir responsabilidades por la calidad de sus aviones a Boeing, a la que el supervisor sigue vigilando de cerca por los fallos de calidad en las fábricas de la empresa. Bedford dijo a los senadores estadounidenses durante una audiencia en Washington el miércoles que quiere que “Boeing se haga responsable de entregar un producto de alta calidad”.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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